Traté de que el corazón no me diera explicación para no derramar lágrimas en tu honor.
Traté de que la razón me llevara al buen camino, ella me presentó al vino al que agradecidA estoy.
Y hoy resulta que ayer la princesa se hizo reina, aquel cepillo sin dientes hoy es el que mejor peina.
Ya no deshace el sommier aquel amor tan fugaz, que en ese cuarto de hotel se declaraba inmortal.
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